Crónica: Excómunion en El Cardoso de Sierra

Texto: Fernando Ortiz / Fotos: Rafa Moratilla
Es sábado 21 de noviembre, y el teléfono móvil comienza a vibrar furiosamente. Es la alarma que había programado a las 12 de la mañana, y que me despierta de mi letargo tras haber dormido ocho escasas horas. Bajo los efectos de un amodorramiento intenso, me levanto de la cama con muy pocas ganas de hacer nada, pero no me quedaba más remedio. Ese sábado tenía concierto, mi primer concierto con el grupo segoviano Excómunion, del cual formo parte actualmente como sustituto de Fer, que está en Alemania. No solo debutaba yo: Ernesto, al teclado, sustituye a Fonchi, y Jaime, a la batería, suple a Borja. El lugar señalado para el evento, El Cardoso de la Sierra.
El Cardoso es un pequeño pueblo situado en Guadalajara, en plena Sierra del Rincón y que colinda con Segovia y Madrid, a unos cien kilómetros de distancia de Segovia. No tengo ni idea de cómo llegar, así que me imprimo una ruta de Internet para no perderme (porque tengo que conducir yo) y salgo pitando al local de ensayo, donde hemos quedado todos para cargar los cacharros.
Cuando acabamos de cargar, mi furgoneta parece va a estallar. Aún nos estamos preguntando cómo ésta no se abrió de golpe cual maleta llena de ropa a rebosar. Una vez cargado todo, estamos listos para partir. Son las 5 de la tarde.
Sobre las seis y media llegamos a lo que parece un pueblo. Un pueblo bastante pequeño, lúgubre (ya estaba anocheciendo) y, a simple vista, vacío, fantasma. Gracias a mi enorme intuición al volante, me meto por una de las calles del pueblo y enseguida aparece nuestro destino: el bar "La nevada", un local de rock bastante interesante y poco peculiar en pueblos tan pequeños.
Dentro nos espera el dueño, Víctor, un tío grande y con frondosas patillas, que nos recibe con amabilidad y con unos botellines. El sitio está bastante bien. Una chimenea al lado de la plataforma donde vamos a tocar le da un toque bastante hogareño al local. La prueba de sonido es larga y pesada, pero no había prisa. Tras montar todo y acabar de probar, nos sentamos en una mesa a tomarnos unas cervezas. Aún quedaba una hora para empezar.
Sobre las 12 empezamos a tocar, ante pocas personas, pero bastante ruidosas. A pesar de problemas con el sonido, meteduras de gamba variadas y que Juanko, el bajista, acaba rompiendo una cuerda, el concierto sale muy bien, tenemos que repetir varias canciones y la gente acaba satisfecha. El broche de oro lo pone Galindo, el cantante, que tras las amenazas del público de tirarnos al pilón si no seguimos tocando, hace una "sublime" interpretación de "Let it be" con el teclado de Ernesto. "Para que vuelvan", seguro que pensaba.
Tras el concierto solo queda disfrutar de la noche en "La nevada", con buena música, buena compañía y algunos chatos. A las seis de la mañana Víctor nos lleva a su casa, excepto al bajista, que se queda una horilla más en el bar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario